EL CLIMA

martes, 19 de septiembre de 2017

LOS MARTES TAMBIEN SON PARA SABER


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Dentro de las costumbres folklóricas sudamericanas, el velorio del angelito está descripto en crónicas históricas, y también para la contemporaneidad (datos del siglo XX), como un hecho cultural que se vincula con la muerte de seres humanos en su niñez; hecho que sin embargo no es parte de un culto a los muertos, sino que las muertes infantiles son tomadas como la ocasión para el montaje, también en Chile, de una celebración popularesca.
Las creencias expresadas en el velorio del angelito, junto a las fuertes sensaciones que el aparataje del mismo provee en sus participantes, configuran un modelo de entendimiento, el cual para los deudos hace posible la superación del desgarramiento contrariante que la pérdida de la criatura les causa. «..Por hondo que sea el sentimiento, cuando muere una criatura no hay motivos para llorarla; es, por el contrario, un acontecimiento que debe traer regocijo, no sólo a los familiares, sino también a todos los allegados, pues es un angelito que ha ido al cielo a engrosar la legión de los que sirven a Tata Dios.».



Los velos de boda comenzaron a mostrarse en la época de los romanos, cuando las novias iban cubiertas de la cabeza a los pies con un velo rojo bastante grande llamado “flammeum”. ¿Por qué? Porque los romanos tenían miedo de los espíritus malignos que pudieran hacer acto de presencia en la ceremonia para maldecir a la pareja.


En la época de Augusto, primer emperador romano, la legislación relativa al matrimonio sufrió cambios.​ En ese momento había en Roma un declive demográfico que sintieron particularmente las clases sociales aristocráticas. Por un lado, se debió a que la fecundidad de las parejas había descendido, hecho causado por la presencia de plomo en las tuberías de los acueductos que llevaban el agua potable y porque las mujeres usaban maquillaje, que también contenía dicho elemento químico. Además, las parejas evitaron procrear más de dos hijos para evitarles el perjuicio de la devaluación social que les causaría el reparto de los bienes, dado que la posición social dependía de la riqueza personal. Por otro lado, muchas patricias optaban por no casarse, puesto que preferían seguir bajo la potestad de un padre o un hermano, que podían ser relativamente flexibles, antes de someterse a la voluntad de un marido. Para fomentar el matrimonio, Augusto promulgó dos leyes, la lex Iulia de maritandis ordinibus (18 a. C.) y la lex Papia Poppaea (9 a. C.).​ Estas leyes determinaron que todos los hombres con una edad comprendida entre los veinticinco y los sesenta años y todas las mujeres entre los veinte y los cincuenta años pertenecientes al Senado y al orden ecuestre (que constituían la clase dirigente del Estado romano) tendrían que casarse obligatoriamente, siendo penalizados en caso de no hacerlo.


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Un burdégano es el animal híbrido resultante del cruce entre un caballo (Equus ferus caballus) y una asna o burra (Equus africanus asinus). El mulo es el resultado del cruce entre yegua y asno.


El burdégano y el mulo son realmente animales creados por el hombre, ya que en estado natural las dos especies progenitoras vivían en continentes diferentes. El caballo y el burro tienen un antecesor común relativamente reciente, pertenecen al mismo género, por lo que comparten más del 97% de sus genes, lo suficientemente próximos para producir crías pero demasiado alejados para que sean fecundas, ya que el caballo tiene 64 cromosomas mientras que el burro, 62.
Para obtener mulos o burdéganos es necesario entrenar o engañar al macho con la presencia de una hembra de su especie para conseguir la cópula entre especies o bien usar la inseminación artificial.



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El calambur es un juego de palabras que, basándose en la homonimia, en la paronimia o en la polisemia, consiste en modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas. Por ejemplo: plátano es/plata no es.


Según la mayoría de los autores, el padre de este artificio lingüístico es Georges de Bièvre

El calambur más famoso de la historia de la lengua española se atribuye[¿dónde?] a Francisco de Quevedo, quien llamó "coja" a la reina doña Isabel de Borbón (coja realmente y a la que le enojaba mucho toda mofa hacia su discapacidad), primera esposa de Felipe IV de España, tras apostar el pago de una cena con sus colegas a que el propio Quevedo tenía el valor de decirle dicho insulto a la cara.

Compró Quevedo dos ramos de flores: uno de claveles blancos y otro de rosas rojas, y se presentó ante la reina en la plaza pública en la que ésta se encontraba. Con una cortés reverencia, Quevedo extendió los brazos ofreciéndole a la reina, Isabel de Borbón, los dos ramos de flores, uno sujeto en cada mano. A continuación Quevedo recitó a la reina los dos versos que harían que sus amigos le pagasen la cena de la apuesta. Y dijo así:


Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja. / Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad es coja.

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